Hace apenas un siglo, el Mar Menor tenía unas condiciones únicas en el mundo: su salinidad, sus ciclos especiales y sus aguas someras, muy calientes para un mar interior, crearon ecosistemas extraordinarios. Hoy es, sin embargo, una de las zonas de España que ha sufrido una transformación más intensa en los últimos 50 años. ¿Podemos recuperarlo?
La laguna del Mar Menor es uno de los grandes ejemplos de riqueza y variedad medioambiental de España. Situada en la cuenca del Campo de Cartagena y separada del Mar Mediterráneo por una barrera natural de 22 kilómetros de largo, La Manga, se trata de la mayor laguna litoral del país. Sus aguas hipersalinas y la gran diferencia térmica de estas entre el verano y el invierno, le otorgan unas características ecológicas muy singulares que hacen de él un hábitat muy importante para numerosas especies animales y vegetales, sobre todo para las aves acuáticas.
«La laguna, y en especial sus salinas, son una zona estratégica para la nidificación, migración e invernada de muchas especies de aves acuáticas y marinas protegidas por la legislación española y europea, y algunas amenazadas de extinción», señala la Asociación de Naturalistas del Sureste (ANSE). Además de las propias características de la laguna, el entorno –con los humedales– posee más de siete figuras de protección ambiental.
Sin embargo, nada de esto ha servido para evitar que el Mar Menor sea una de las zonas que más se han degradado en los últimos 50 años. El deterioro empezó con el famoso turismo de sol y playa, que convirtió a La Manga del Mar Menor en el mayor icono turístico de Murcia. Desde entonces, empezó un proceso exagerado de urbanización de la zona, se instalaron nuevos regadíos, se rompieron los humedales, se transformaron los cauces, se construyeron diques y se vertieron aguas residuales y agentes contaminantes procedentes de la agricultura, entre otros fenómenos.
Contaminación por la descomposición de algas en el Mar Menor
En 2016, el Mar Menor vivió uno de sus episodios ambientales más alarmantes. El mar fue «incapaz de asumir los nutrientes procedentes de los regadíos intensivos», según explican desde Ecologistas en Acción. Esto provocó la eutrofización de la laguna, un fenómeno que consiste en el crecimiento incontrolado de las algas que, cuando mueren, se acumulan en el fondo y sufren un proceso de descomposición que consume el oxígeno presente en el agua, poniendo en peligro la supervivencia de las especies autóctonas y enturbiando y tiñendo el agua de un color entre verde y marrón.
Estamos a tiempo de cambiar la situación de la Manga
Las asociaciones ecologistas insisten en que, a pesar de la gravedad, todavía hay tiempo para revertir la situación y devolver al Mar Menor su aspecto y calidad medioambiental originales. «La inexistencia de una protección efectiva del Mar Menor no obedece ni a la falta de argumentos que la justifiquen, que como se ha visto son muchos, ni a la ausencia de instrumentos legales, que también son numerosos, siendo de obligada mención la Ley de Protección y Armonización de Usos del Mar Menor, que desde el año 1987, dormita en algún departamento de la Administración Regional», denuncia ANSE.
Entre las medidas, ambas asociaciones coinciden en la urgencia de aplicar las leyes existentes para acabar con el «descontrol» de la edificación en la zona y para reducir la contaminación agraria desde el origen. «Hay que aplicar la Directiva de Nitratos y poner en marcha medidas en base al hecho de que el Campo de Cartagena fue declarado, hace ya unos 15 años, Zona Vulnerable a la contaminación por Nitratos, con el fin de reducir drásticamente la aportación de fertilizantes y pesticidas», explica el cofundador de Ecologistas en Acción de la Región Murciana, Pedro Belmonte.
Además de aplicar las leyes, para recuperar el Mar Menor también habría que regenerar los espacios naturales que se han destruido y/o modificado a lo largo de estos años. Así como la construcción de nuevas superficies de humedal que actúen como filtro de los pesticidas y absorban los excesos de nutrientes. El Mar Menor está en respiración asistida, pero aún tiene posibilidades de sobrevivir.