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El ‘motosharing’ ahorra emisiones, ruido, dinero… y espacio

El 'motosharing' ahorra emisiones, ruido, dinero... y espacio

España es el país en el que más se usa la moto compartida del mundo, y un 90% son eléctricas. Una tendencia que ha venido para quedarse, y una solución para que el centro de nuestras ciudades vuelva a ser habitable.

Mientras la comunidad internacional exige a nuestros gobernantes acelerar la descarbonización y cumplir el calendario marcado en los Acuerdos de París contra el cambio climático, los ciudadanos de a pie tomamos la delantera por nuestra cuenta. El caso del motosharing, o moto compartida, es un claro ejemplo: en todo el mundo existe una flota de más de 20.000 motos eléctricas, de las cuales el 84% opera en Europa. Casi 9.000 en España, lo que nos sitúa como líder mundial en el uso de la moto compartida, según el informe que ha elaborado este año InnoZ (el Centro de Innovación para la Movilidad y el Cambio Social de Alemania) para la plataforma eCooltra.

Una tendencia que no tiene pinta de ralentizarse: en 2017 había 350.000 usuarios registrados en las diferentes plataformas, y este año cerrará con casi dos millones, esto es: más de uno de cada diez habitantes en edad de conducir, usa una moto eléctrica de un servicio compartido. Esto da una muestra del poder del ciudadano en la lucha contra el cambio climático y contra la contaminación del aire de nuestras ciudades, y cómo la iniciativa individual se puede convertir en un fenómeno de masas medioambiental: cada kilómetro recorrido por estas motos ahorra en torno a 100 gramos de dióxido de carbono respecto a si se hubiera realizado en un vehículo de combustión.

Cada kilómetro recorrido ahorra en torno a 100 gramos de dióxido de carbono respecto a si se hubiera realizado en vehículo de combustión

A esto hay que añadir otros dos beneficios para nuestro entorno, que no tienen que ver con los gases nocivos: por un lado, la expansión del uso de motos eléctricas contribuye a la disminución de la contaminación acústica. Y en segundo lugar, deja más espacio para el peatón. Según publicaba recientemente la web Ecomovilidad.net, el espacio que ocupa un coche estacionado en la calle equivale al que ocuparían cuatro motocicletas. Se refiere a las de gran tamaño, por lo que en el caso de las eléctricas compartidas, en su mayoría escúteres, el ahorro espacial sería aún mayor. Por otro lado, este servicio propicia que varias personas usen una sola moto, por lo que el número de vehículos de dos ruedas también se reduce significativamente, y esto también resulta en más espacio público liberado.

El uso de motos eléctricas también disminuye la contaminación acústica y libera espacio para el peatón

Este movimiento imparable, tal y como coinciden los expertos, no es una moda pasajera, sino que ha venido para quedarse. Como explican en un estudio, los responsables de The Valley, un hub de conocimiento especializado en las nuevas tendencias digitales afincado en Barcelona, las smart cities o ciudades inteligentes no son más que «un reflejo de lo que demanda la ciudadanía». Y añaden que el motosharing, en este sentido, es un elemento clave en el futuro de nuestros centros urbanos: «El desarrollo de nuevos motores eléctricos y las soluciones tecnológicas aplicadas a los nuevos vehículos de dos ruedas es una medida efectiva para dar respuesta a esas exigencias. El pago por minutos, poder aparcar sin coste y que la plataforma asuma los gastos derivados del vehículo favorecen la popularización del alquiler de motocicletas eléctricas para usos breves».

Casi uno de cada cuatro desplazamientos que se realizan a diario en las grandes ciudades son por motivos laborales, esto es: para ir al trabajo. Un dato que, por sí solo, nos hace comprender por qué el motosharing es una solución acertada si queremos vivir en un mundo sostenible.