La economía circular está asumida por todos, pero aún hay reticencias para llevarla a la práctica. El propio Foro Económico Mundial demuestra que no solo es necesaria, sino totalmente factible.
«Se trata del dinero… Lo único que importa es el dinero». Con esta afirmación tajante, Tom Szaky desterraba cualquier duda sobre lo que debe mover a las empresas hacia una economía circular. Nosotros añadiríamos que también se trata del medioambiente, de los recursos y, por extensión, del futuro del planeta y de nosotros mismos, pero con esa frase escueta, este economista de Princeton dejaba claro que una manera sostenible de hacer las cosas ya no es una cuestión de ideologías, sino de sentido común.
Más aún si tenemos en cuenta que Szaky es cofundador de TerraCycle, una compañía que hoy convierte los desechos en ingresos monetarios en 20 países. Según ha declarado en el Foro Económico Mundial, «el concepto de economía circular abre la puerta a las discusiones con corporaciones, minoristas y formuladores de políticas. Pero los motivos altruistas nunca tienen éxito como punto de venta. Las empresas están realmente interesadas en desarrollar una imagen corporativa ecológica y sostenible, pero cuando todo está dicho y hecho, el único motivador es el dinero. Y la vía para ser rentable a futuro pasa por la economía circular».
Precisamente, el Foro Económico Mundial ha publicado unas recomendaciones para revertir el paradigma actual: «La mayoría de los procesos económicos siguen un concepto de flujo lineal donde los materiales se extraen, transforman, utilizan y finalmente se eliminan», dice su informe.
Alertan de que este modelo ha estado bajo presión debido al aumento de los precios de los recursos, transformaciones masivas en los ideales y preferencias de consumo de la clase media global y sus mayores preocupaciones ambientales. Por eso, muchos economistas, políticos, la sociedad en general y el Foro Económico Mundial en particular, piden enfoques y soluciones de economía circular.
La idea clave detrás de este modelo es clara: «El desperdicio no es desperdicio, sino un recurso», matiza el informe. Esta visión contrasta con la visión generalizada y tradicional de que los residuos no son buenos, son inútiles y tienen un precio inferior a cero.
Motivar a las partes interesadas
Si para el sector privado la rentabilidad es una importante motivación a la hora de adaptar su modelo de negocio a la economía circular, para los consumidores aporta un valor psicológico y ético. Sin embargo, a pesar de la voluntad expresa de muchos de ser más respetuosos con el medioambiente, en las decisiones de compra reales, la mayoría de los compradores no están dispuestos a pagar más. Pero eso, no obsta para que la sociedad pueda generar suficiente presión. Si las empresas ganan o pierden influencia en el mercado debido a la preferencia, siquiera ideológica, de los consumidores a favor de productos sostenibles, los productores tendrían un incentivo para responder.
Hoy por hoy, muchas compañías se empeñan en la convicción de que actuar ecológicamente sacrifica los márgenes. El reciclaje se percibe en términos de riesgo: la visión errática de que una nueva regulación requeriría un cumplimiento costoso o, por el contrario, un cabildeo igualmente costoso para eliminar dichas normativas. Por eso es fundamental la labor de extender el mensaje, real, de que la economía circular tiene sentido en términos de oportunidad.
Las empresas de reciclaje, tal y como apuntan en el Foro Económico Mundial, suministran las soluciones técnicas y las fábricas donde se lleva a cabo el reciclaje de residuos. Es una actividad cada vez más implantada y extendida, lo que lleva a economías de escala y el consiguiente abaratamiento de costes de los materiales reciclados. En España, existen organizaciones medioambientales como Ecoembes, que acercan al ciudadano el reciclaje, convirtiendo esta tarea en algo sencillo y cotidiano. Esto facilita la reinserción de desechos en la economía. Y las empresas deben ser conscientes de ello.
Usar las métricas correctas
Algunas compañías multinacionales están buscando nuevos indicadores para medir el éxito
La adopción de principios de economía circular puede generar beneficios más allá de la tasa de crecimiento periódica tradicional, así que ¿por qué vincular el éxito a esa cifra? Si bien todas las empresas esperan un crecimiento económico continuo, el caso de Interface es especialmente significativo: sus responsables declararon recientemente que no vieron un crecimiento exponencial después de pasar su actividad de lineal a circular, pero el fabricante de losetas de moqueta ha medido el éxito de otras maneras, como la retención de empleados, el ahorro de costes futuros y su imagen como empresa, y ya han realizado estudios que confirman un aumento claro en sus beneficios a medio plazo por estos tres factores.
Apostar definitivamente por el ecodiseño
El productor fabrica un producto que utiliza menos materiales y recursos naturales como, agua, energía, etcétera. Al mismo tiempo, genera menos residuos para su gestión. La consecuencia es que los costes de fabricación se reducen.
Desde el lado del usuario, compra un producto más fiable y duradero, que necesita menos energía o consumibles para funcionar y se puede reparar fácilmente cuando sea necesario.
Y desde el lado más amplio, el de la sociedad, se beneficiará al aumentar la disponibilidad futura de recursos para otros productos o servicios y al prevenir un posible daño al medio ambiente, ahorrando así los costes correspondientes de tratamiento o remediación. Además, las regulaciones europeas reconocen y enfatizan la responsabilidad de los productores en minimizar los impactos ambientales de sus productos y servicios.
Queda claro, por tanto, que los pilares de la economía circular no solo son necesarios para sostener al planeta: también lo son para sostener a las propias empresas.