La restauración de modelos antiguos del vehículo de dos ruedas más ecológico del mundo empieza a cobrar auge en España. Una práctica sentimental, coleccionista y, sobre todo, sostenible.
La historia de Tristán Amador, un mallorquín de 60 años da para un guion de cine. De buen cine. Su familia emigró a Italia a principios del siglo pasado. Su abuelo, apasionado de las bicicletas, compró una Bianchi desvencijada y, con tiento y tiempo, la fue restaurando. «No tenía mucho dinero, así que tardó varios años en reunir todas las piezas. Una mañana, aquella preciosidad estaba lista. Aún conservo la foto que se hizo, orgulloso, al lado de su amante bicicleta blanca. Al día siguiente, Mussolini subió al poder y las fuerzas fascistas se la requisaron».
«Ha sido en los últimos años, con el auge de las bicis urbanas, cuando la sociedad la ve por fin como un medio de transporte»
Hace ocho años, en uno de esos tirabuzones que a veces pega la vida, Amador se reencontró con la Bianchi. O más bien, con el cuadro. Durante una escapada de fin de semana, paseando por un mercadillo de Roma, ese triángulo de acero blanco, algo oxidado, llamó poderosamente su atención. «Mi abuelo había atornillado una pequeña chapa con sus iniciales en la barra central. Y ahí seguía. No me lo podía creer». Igual que su antecesor, Amador restauró en su casa de Mallorca la bici con mimo, intentando encontrar las mismas piezas que la original, buscando en foros, yendo a ferias… Guiándose siempre por la foto de color sepia que aún guardaba en su escritorio. A los pocos días de terminarla, entraron a robar en su garaje. La Bianchi desapareció, una vez más. «Al principio fue un drama, pero luego pensé: es la historia de esta bicicleta, ¿quién me dice que mis nietos no se reencontrarán con ella dentro de unos años?».
Restaurar una bici tiene un componente emocional que va más allá del mero objeto. «Te sientes unido a ella, es como si la adoptaras. Esa es la diferencia con comprar una nueva», dice Pedro Álvarez, aficionado y coleccionista, que tiene en su casa más de 15 modelos antiguos. «Encontrar un cuadro de hace décadas y buscar sus piezas originales da una satisfacción que no tiene nada que ver con entrar en una tienda. La haces tuya desde el principio».
En España no hay una tradición tan asentada de bicicletas antiguas como en otros países del norte de Europa (en Copenhague, el parque de bicis duplica a la población), pero es un movimiento que empieza a cobrar fuerza. Tras los meses más duros de la pandemia, la tendencia está en alza. Madrid y Barcelona multiplicaron el uso de la bicicleta en alrededor de un 100% durante los primeros meses de la desescalada del año pasado. Barcelona de hecho, es actualmente la ciudad con el carril bici más extenso: 209 kilómetros.
«Está el componente coleccionista y sentimental, pero también el ecológico: reutilizar modelos antiguos y evitar así que acaben en un vertedero», dice la bilbaína Ana Larrea, una de las fundadoras de BeCiclos. Su empresa rescata bicicletas antiguas de Holanda, las restaura y las vende por internet. «La idea surgió porque unos amigos estudiaban en Ámsterdam y nos contaron que se destruían muchísimas bicis al año, porque ahí hay una auténtica superpoblación. Hablamos con el Ayuntamiento de Leiden, donde hay un gran desguace de bicicletas, y les compramos 160 ejemplares. No éramos mecánicos; al principio, si tenía dinamo se la quitábamos». BeCiclos es sostenible en dos vertientes: reciclan, y los mecánicos que ahora trabajan para ellos vienen de un programa de reinserción social del Gobierno holandés. «Nosotros preferimos no decir que vendemos bicis, sino que las ponemos en adopción. De hecho, le ponemos un nombre a cada una», explica Larrea.
Pablo León es autor del blog I Love Bicis, del diario El País. «Una amiga encontró un cuadro Peugeot antiguo en un mercadillo de Londres. Le dije que se lo trajera, y lo restauré consiguiendo piezas poco a poco», cuenta. Reconoce que la afición por la reutilización de bicicletas antiguas es cada vez mayor, pero que estamos a años luz de otros países europeos. «En Ámsterdam o Berlín se lleva usando como medio de transporte masivo desde hace casi 50 años. En España, el desarrollismo de la etapa franquista apostaba por el coche como símbolo de éxito, la bici era algo marginal, se relacionaba con lo pobre. Luego se relacionó más con lo deportivo o con el ocio. Y ha sido en los últimos años, con el auge de las bicis urbanas, cuando la sociedad la ve por fin como un medio de transporte. Es barato, ecológico y haces deporte. Es el transporte ideal».
«Hay que concienciar más a la gente de lo ecológico que es reciclar una bici, darle una nueva vida»
En Recycling, una tienda madrileña, venden bicis usadas y también las restauran. «Montamos este negocio hace unos pocos años movidos por la afición, pero también por su aspecto ecológico», cuenta Irene García, una de las fundadoras. «Una bicicleta no debe tirarse nunca. Puede tener muchas vidas. Además, las antiguas tenían más calidad, usaban aceros de mayor grosor, y eso las vuelve inmortales». Esta especialista es testigo del auge que está viviendo la reutilización de bicicletas: «Cada año notamos que viene más gente interesada. Algunos solo buscan una opción más barata; otros quieren hacerse una igual que la que tenía su abuelo, por ejemplo».
Restaurar bicis antiguas está de moda. Queda por ver si es algo pasajero o ha venido para quedarse. Pablo León no las tiene todas consigo. «Lo que está de moda son las bicis en general, y eso incluye la restauración. Yo temo que no sea más que un movimiento vintage, eso que tanto gusta a los hipsters, y que vemos también en muchos otros ámbitos». Desde Recycling añaden: «Hay que concienciar más a la gente de lo ecológico que es reciclar una bici, darle un nueva vida». El fabricante de los cuadros artesanales Arregui Velázquez, Andrés Martín, ha sido también restaurador: «Es una idea maravillosa pillar una bici vieja de casa y ponerla al día. No es restauración, es pragmatismo. Un cuadro, si no vives cerca del mar, que se lo come el óxido, es inmortal. Somos una sociedad consumista, demasiado acostumbrada a comprar y tirar. Es necesario un cambio de mentalidad».