El futuro del planeta debe decidirse hoy, de lo contrario, el porvenir, inevitablemente será apocalíptico. “La pandemia nos ha enseñado que los acuerdos entre naciones son cruciales para resolver los problemas del mundo. Pero los problemas que nos esperan en los próximos cinco o diez años son aún mayores”. Lo dijo Sir David Attenborough, hace seis meses, cuando fue designado Defensor del Pueblo para COP26, la cumbre medioambiental más importante de los últimos años (que se lleva a cabo en la ciudad escocesa de Glasgow desde el 1 hasta el 12 de noviembre). Es por eso que a nadie sorprendió el hecho de que el primer ministro británico, Boris Johnson, insistiera en la importancia –sin escatimar en elogios– de que precisamente el famoso naturalista y divulgador científico sea el encargado de expresar a los líderes mundiales la urgencia que tienen (y tendrán) sus decisiones para el medioambiente a partir de ahora. Y, sobre todo, que de permanecer impávidos ante la devastación provocada por el cambio climático, la extinción (nuestra y del resto de especies en el planeta) será inminente.
Si algo nos dejó claro la pandemia es que nunca ha sido un mejor momento para pensar de manera global, y “que no hay un momento más importante para hallar un acuerdo internacional”, como también así lo sentenció Attenborough. Ha pasado un año y medio desde que el coronavirus lo cambió todo (y, entre otras cosas, la realización de esta cumbre) y hoy, precisamente hoy, ha llegado el momento de celebrar la tan esperada COP26, un evento que pretende frenar el cambio climático, y que es el más importante para el medioambiente desde la firma del Acuerdo de París en 2015. Sí, sin duda, la covid-19 dejó un legado de devastación, evidenció la crisis sanitaria en muchos países, y rompió a millones de familias alrededor del mundo, pero el gran problema en este momento, a pesar de todo lo anterior, es (valga la insistencia) el cambio climático: la gran amenaza que pone en jaque el futuro de la vida en la Tierra. Así, lo ha dejado claro Alok Sharma, presidente de esta cumbre.
Hoy, el Reino Unido (con Italia como socio) es sede de esta cumbre. Se trata de una serie de jornadas que pueden cambiar el rumbo del mundo. Sí, un rumbo en el que los incendios descontrolados, la desertificación, las inundaciones devastadoras, y el deshielo del Ártico, entre otros fenómenos ambientales, nos muestran que estamos al borde del abismo y que el planeta –nuestro único planeta– no resiste más. Pero ¿cómo lograrlo? ¿cuáles son los puntos esenciales que se definirán en la COP26? A grandes rasgos, son cuatro rubros sustantivos los que marcan la agenda de trabajo: la consolidación de proyectos para lograr emisiones neutras de carbono hacia el 2050, así como el control en el aumento de la temperatura global (para que no sea de 1.5 grados Celsius); la consolidación de modelos de adaptación y protección para distintas comunidades en relación al medioambiente; el incentivo de la financiación para los programas medioambientales más urgentes; y, por último, el compromiso de trabajar en conjunto, y sobre la misma hoja de ruta, entre la sociedad civil, las empresas y los gobiernos.
Después de haber sido pospuesta un año debido a la pandemia, se celebra la cumbre más importante sobre el medioambiente para decidir el futuro del planeta.
Entre las voces más esperadas para esta vigésimo sexta edición de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, está la de Elizabeth Wathuti, una joven activista keniana y fundadora de la Green Generation Initiative. Y lo será por el ímpetu que ha puesto en que la recuperación global post-pandemia tenga como prioridad el medioambiente. “Tenemos que actuar urgentemente. Esta cumbre representa una oportunidad mundial para tomar medidas inmediatas que pongan fin a la era de los combustibles fósiles… cada vez hay más empresas, gobiernos e inversores, que se comprometen a lograr un mundo con menos emisiones contaminantes para 2030 o 2050… Son las decisiones que tomemos hoy las que realmente importan”. Esas son las palabras de esta chica que, entre otras distinciones, ha sido considerada –por los premios Africa Youth Awards– como una de los 100 jóvenes más influyentes del continente africano.
Son muchos los enfoques y los objetivos que abarca este evento, pero si en alguno hay especial énfasis es en la protección y la reconstrucción de los hábitats más vulnerables. Ese es uno de los retos más grandes que tenemos en frente para detener el impacto social y ecológico que ha generado el cambio climático. Sólo consiguiéndolo podremos reducir el daño que ya pone en jaque a no pocas poblaciones alrededor del mundo que viven con un altísimo grado de fragilidad. ¿Progresos al respecto? Pues más de 1.500 empresas, inversores, ciudades y regiones se han unido a la iniciativa Race to Resilience, con el objetivo de lograr un futuro en el que la naturaleza y la población puedan interactuar de forma más sana y cooperativa; más de 40 países y organizaciones ya forman parte de la iniciativa sobre información de riesgos de la Risk-informed Early Action Partnership, que se compromete a que un billón de personas estén más seguras respecto a los desastres naturales en 2025.
Los avances para proteger al medioambiente, afortunadamente, ya son incontables. No obstante, si algo juega en contra del planeta es el tiempo. “Muchos gobiernos y actores no gubernamentales están actuando bajo la estrella guía de cero emisiones netas para cumplir los objetivos antes de 2050. Pero ya tenemos el tiempo encima. Necesitamos cumplir los objetivos para 2030. Necesitamos planes robustos a corto plazo, así como estrategias a largo plazo, si queremos cumplir con el Acuerdo de París”, ha dicho Nigel Topping, líder mundial COP26 (considerado como High Level Climate Action Champion), alguien que, además, ha sentenciado: “hay que ser ciego para creer que nada está ocurriendo con el cambio climático”. Y en la misma línea, Michelle Scrimgeour (CEO de la empresa Legal & General Investment Management, y copresidenta del Business Leaders Group en la COP26) ha sido muy clara: “la inacción no es una opción”. Para ella, los cambios en los sistemas económicos son el motor del cambio hacia un mundo más sostenible.
Sí, el futuro –nuestro futuro– está sucediendo ahora mismo. Y la COP26 es una oportunidad para decidir si salvamos al planeta (y, con él, nos salvamos a nosotros mismos) o si seguimos por el mismo camino (a sabiendas de las nefastas –e irreversibles– consecuencias que ello supondría).