La economía que articula nuestras sociedades se construye a través de diversos ciclos: un objeto se produce, se consume y, finalmente, se desecha. La vida del producto, por tanto, encuentra un final abrupto, al igual que si se cayera por el repentino borde de un acantilado. No obstante, este modelo tiene ya fecha de caducidad. Al fin y al cabo, uno de los aspectos esenciales para acabar con el cambio climático es lograr el final de este sistema y sustituirlo por lo que conocemos como «economía circular»: un modelo en el que los ciclos, en lugar de proseguir hasta el final de forma lineal, se cierran, aprovechando cada aspecto del producto en cuestión. En este esquema, incluso su final es aprovechable: el producto no se desecha, sino que se recicla para obtener –y aprovechar– materias primas. Así, el producto se elabora, se consume… y vuelve a gestionarse para dar vida a otras creaciones. El objetivo último, por tanto, es no consumir más recursos de los que el planeta se puede permitir.
Al igual que ocurre en el resto del continente europeo, esta nueva perspectiva de la economía comienza a abrirse paso. La región de Castilla-La Mancha es, en este sentido, una pionera particularmente audaz: pretende adelantarse al signo de los tiempos y aprovechar, así, el impulso ofrecido por la economía que parece comenzar a dibujar el futuro. En el caso castellano, el proyecto en cuestión depende de múltiples patas. En él se articula como eje central la compañía ICPOR, pero también participan la Universidad de Castilla-La Mancha, el instituto Técnico Agronómico Provincial de Albacete y la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores en Cuenca. Todas ellas forman el Grupo Operativo ECIPUR, cuyo objetivo principal reside en ofrecer una nueva gestión –en este caso, circular– en el uso de los purines: residuos de origen orgánico tales como excrementos, aguas residuales y restos vegetales o animales.
Por tamaño, los purines son los terceros residuos orgánicos hallados en Castilla-La Mancha
Su gestión es esencial, ya que actúa como abono orgánico al aportar al suelo aquellos recursos que no pueden proporcionar los abonos químicos (tales como los minerales), añadiendo también cierto valor a causa de su capacidad de retener el agua, mejorar la estructura del suelo o impedir las filtraciones de sustancias tóxicas. ECIPUR pretende ofrecer un modelo de aplicación de los purines que resulte en una alternativa sostenible –cumpliendo con las exigencias ambientales de la PAC– para la actividad agrícola y ganadera a través de una gestión eficaz en todas las capas del ciclo productivo. Definir el modelo de aplicación del purín y supeditarlo a la producción es esencial para el grupo en cuestión. Es uno de los primeros pasos para implantar una actividad agrícola y ganadera –la cual cuenta con un importante peso en el PIB regional– sostenible. No es algo baladí: por tamaño, los purines son los terceros residuos orgánicos hallados en Castilla-La Mancha.
El síntoma de un cambio
Castilla-La Mancha posee múltiples proyectos semejantes que convierten la región en uno de los epicentros de la economía circular: desde sus tierras se miden las pulsaciones de la única forma de futuro que parece sostenible tanto para nosotros como para las generaciones venideras.
Hasta 24 millones de euros se han puesto a disposición para la promoción de proyectos de gestión de residuos y de mitigación y adaptación del cambio climático
Así lo demuestra, por ejemplo, el Plan de gestión de residuos de construcción y demolición de Castilla-La Mancha, que pretende regular de forma circular la producción y gestión de los residuos generados por la industria del ladrillo. Además, más allá de las diferentes jornadas de divulgación –como las Jornadas del Turismo Circular–, lo cierto es que una activa participación ciudadana también es fundamental para dar forma a un horizonte que cada vez parece más cercano. Es en este ámbito donde surgen los Puntos Limpios VIVOS: zonas de recogida de materiales que «han de convertirse en instalaciones de referencia para la implementación de la economía circular municipal».
Estas acciones particulares y corporativas vienen impulsadas gracias al empuje de la administración regional: hasta 24 millones de euros se han puesto a disposición para la promoción de proyectos de gestión de residuos y de mitigación y adaptación del cambio climático. Todos los actores, por tanto, parecen conscientes de que las acciones a tomar requieren de una urgencia y una cohesión absoluta. Desde la Unión Europea hasta la empresa local de un modesto municipio, todos han de participar en la medida de lo posible en un modelo económico que, al otorgar una importancia esencial a cada una de las etapas, depende de una fuerte cadena de solidaridad. Solo entre cada uno de nosotros se puede ayudar a dar forma a un entorno apto para todos.